“Este sí es México, chingada madre”. La frase retumbó en miles de pantallas, no solo por el marcador, sino por el sentimiento. En una noche inolvidable, la selección mexicana Sub-20 goleó 4–1 a Chile, en su propia casa, y con ello despertó algo más profundo que el orgullo deportivo: la esperanza de que aún existen equipos que juegan por amor a la camiseta y no por el contrato.
Más que goles: actitud
Desde el primer minuto, los jóvenes mexicanos salieron sin miedo. Cada pase tenía intención, cada barrida, respeto. El cuarto gol, celebrado con furor en redes, fue más que una anotación: fue el reflejo de una generación que no se rinde ni ganando. Juegan con pasión, se miran entre ellos, se entienden. No hay divas. No hay poses. Hay hambre.
- Marcador final: México 4 – 1 Chile
- Goles: tres en jugada colectiva, uno de tiro libre
- Protagonistas: jóvenes de Cruz Azul, Chivas, Pachuca, Monterrey y Xolos
- Diferencia clave: talento sin imposiciones, mérito sin padrinos
La selección que sí nos representa
Las redes sociales se llenaron de orgullo: “Este sí es México”, “Que los Sub-20 reemplacen a la mayor”, “Así se juega por el país”. En un entorno donde el fútbol suele estar marcado por intereses, esta generación rompió el molde. Son chicos que crecieron soñando con defender la playera nacional, no con volverse influencers. Y eso se nota en la cancha.
México y Chile: hermanos en la cancha
A pesar del resultado, los mensajes entre ambas aficiones fueron de respeto y cariño. En las tribunas se escucharon rancheras, en los comentarios abundaron los abrazos virtuales. “Países hermanos”, escribían los usuarios. El fútbol, cuando se juega con el corazón, une más de lo que divide.
En tiempos de desencanto, estos jóvenes nos recordaron que la fe en México no se gana con discursos, sino con entrega. Con profesionalismo, con trabajo, con humildad.
¿Será esta la generación que cambie la historia del fútbol mexicano?
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