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Una joven estudiante de Derecho salió del Congreso con la misma pregunta que muchos mexicanos: “¿Quién va a decidir sobre nuestro futuro, los jueces o las urnas?”. Afuera, la gente debatía con pasión. Adentro, Claudia Sheinbaum había lanzado 19 reformas constitucionales en un solo mensaje. La Cuarta Transformación, decía, no terminó con AMLO, apenas comienza.
Las reformas más polémicas
- Elección popular de jueces y ministros: la ciudadanía decidirá en urnas a quienes integren el Poder Judicial.
- Guardia Nacional bajo control militar: se transfiere a la Secretaría de la Defensa.
- Desaparición de organismos autónomos: se sustituyen por órganos técnicos limitados.
- Pemex y CFE: regresan al control estatal como “empresas del pueblo”.
- Internet público: el Estado deberá garantizar acceso digital gratuito.
- Reconocimiento de pueblos indígenas y afromexicanos: como sujetos de derecho público.
Otros cambios clave
Se prohíben los vapeadores, se protege el maíz nativo, se reconoce el derecho a la vivienda y la extorsión se incorpora como delito grave. En apenas 12 meses de gestión, Sheinbaum y el Congreso han aprobado 40 nuevas leyes y un paquete de cambios que reconfiguran el mapa político y social de México.
¿Transformación histórica o concentración de poder?
La presidenta asegura que se trata de resarcir el daño del “periodo neoliberal” y de consolidar derechos sociales. Sin embargo, especialistas alertan: se reducen contrapesos, se fortalece el Ejecutivo y la democracia podría volverse más vulnerable.
Un país en encrucijada
Con la oposición debilitada y un Congreso alineado, el camino parece despejado para que Sheinbaum consolide su proyecto político. Pero la pregunta queda abierta: ¿hasta qué punto esta transformación es también una concentración de poder?
¿Hasta cuándo seguiremos permitiendo que las decisiones que marcan nuestro destino se tomen sin un verdadero debate ciudadano?
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